El Alcalde ensalza la devoción
de Espinardo a su patrón al
recibir el nombramiento de
Hermano Mayor de Honor del
Cristo de la Salud
La institución distingue a Miguel Ángel Cámara
por su apoyo decidido a la cultura y las
tradiciones murcianas
El Alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, ha sido nombrado
esta noche Hermano Mayor de Honor de la Hermandad del
Santísimo Cristo de la Salud de Espinardo, según lo decidió hace
unos días la Junta de Gobierno de esta institución. El
nombramiento, que también incluye la Medalla de Oro de la
Cofradía, se ha realizado en el transcurso de un gala celebrada
en el restaurante Torre del Zoco, situado en la carretera de
Espinardo a Guadalupe.
El Alcalde Cámara ha agradecido este importante
nombramiento y manifestado que “quisiera agradecer el honor que
supone esta distinción que, como nazareno, me llena de orgullo, y
saludar a los hermanos de la Hermandad del Santísimo Cristo de
la Salud, a su presidente, Antonio Alarcón García, y a su Junta
Directiva, al párroco y a cuantos hacen posible que cada año,
durante el Vía Crucis del Viernes Santo, el Cristo de la Salud
bendiga este noble pueblo”.
El Alcalde ha explicado que “habría que remontarse al siglo XIX
para encontrar el arranque, al menos como costumbre extendida, de la
devoción hacia esta impresionante talla. Cuando se inicia la fiesta en la
explanada del Calvario, cuando desde allí arranca la comitiva después de
la celebración de la tradicional Eucaristía, al tiempo en que la Peña
Huertana El Pimentón llena de sones alegres y remotos el ambiente,
Espinardo se vuelca en adorar y venerar a Cristo. Y lo acompañarán
hasta el puente de la rambla, donde se encuentra con su Madre y con la
nuestra, con la Virgen del Carmen que sale al paso de su Hijo
Crucificado”.
Miguel Ángel Cámara ha añadido que “para comprobar la gran
devoción que Espinardo ofrece a su patrón, el Santísimo Cristo de la
Salud, basta contemplar el paso del cortejo, cuando los últimos días de
junio nos advierten de que el verano ha llegado, desde su ermita hasta la
parroquial de San Pedro. Balcones engalanados de banderas, niños que
sonríen y disfrutan de estas fiestas grandes, abuelos que añoran su
juventud, cuando alzaban sus ojos al Padre para rogarle que la cosecha
fuera buena”.